martes, 2 de marzo de 2010


"Los hombres hab perdido la costumbre de mirar las estrellas. Incluso, si se examina su vida, se llega a la conlusión de que viven de dos maneras: Uno falseando el conocimiento de la verdad y otros aplastando la verdad. El primer grupo está compuesto por artistas, intelectuales. Al grupo que aplastan la verdad la forman comerciantes, industriales, militares y políticos. ¿Qué es la verdad? Me dirá udsted. La verdad es el hombre. El hombre con su cuerpo. Los intelectuales, despreciando el cuerpo, han dicho: busquemos la verdad, y verdad la llaman especular sobre abstracciones. Se han escrito libros sobre todas las cosas. Incluso sobre ls psicología del que mira volar un mosquito. No se ría, que es así. Hipólita miraba con curiosidad los troncos de los eucaliptos moteados como la piel de un leopardo, y otros de los que se desprendían tiras cárdenas como pelambre de león. Pequeñas palmeras solitarias entreabrían palmípedos conos verdes(...)


A su vez, comerciantes, militares, industriales y políticos aplastan la verdad, es decir, el cuerpo. En complicidad con ingenieros, han dicho el ombre duerme ocho horas. Para no pudrirse y pudrirnos a nosotros, que sería lo grave, son indispensables tantos metros cuadrados de sol, y con ese criterio fabricaro las ciudades. En tanto, el cuerpo sufre. No se si udsted se da cuenta de lo que es el cuerpo. Udsted tiene un diente en la boca, pero ese dient eno existe en realidad para udsted. Udsted sabe que tiene un diente, no por mirarlo; mirar no es comprender la existencia. Udsted comprende que en su boca existe un diente porque el diente le proporciona dolor. Bueno los intelectuales esquivan el dolor del nervio del cuerpo, que la civilización ha puesto al descubierto. Los artistas dicen: este nervio no es la vida, la vida es un hermoso rostro, un bello crepúsculo, una bella frase. Pero de ningún modo se acercan al dolor.

(...)

Yo creo en un único deber: luchar para destruir esta sociedad implacable. El régimen capitalista en complicidad con los ateos ha comvertido al hombre en un mounstro escéptico, verdugo de sus semejantes por el placer de un cigarro, de una comida o de un vaso de vino. Cobarde, astuto, mezquino, lascivo,, escéptico, avaro y glotón, del hombre actual no debemos esperar nada. Hay que dirigirse a las mujeres, crear células de mujeres con espíritu revolucionario, introducirse en los hogares, en los normales, en las oficinas, en los liceos, en las academias y los talleres. Sólo ls mujeres pueden impulsar a estos cobardes a rebelarse.

(...)


- Sí, pero hasta ahora no han echo más que tener hijos.

- Y le parece poco? Mañana harán la revolución. Deje que empiecen a despertar. A ser individualidades.

Hipólita se levantó:

- Usted es el hombre más interesante que he cnocoido. No se si volveré a verlo...


(...)


Estoy mounstrosamente solo ¿a que grado de insensibilidad he llegado para tener el alma tan vacía de remordimientos?

- No me importa nada. Dios se aburre igual que el diablo.(...) El uno arriba y el otro abajo bostezan lúgubremente de la misma manera.

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